jueves, 17 de noviembre de 2016

Viguria - Navarra

Los viñedos y los campos de secano dominan el paisaje del valle de Guesalaz, una vasta extensión de suaves ondulaciones y oteros coronados por pequeños pueblos que integran la comarca de tierra Estella. Uno de estos pueblos es Viguria, situado al sur de la sierra de Andía sobre una elevación del terreno cubierta de matorral y bordeada por el río Salado, que recorre buena parte del valle antes de ir a parar al embalse de Alloz.

Palacio de Montehermoso
Al entrar en Viguria, el visitante se ve deslumbrado por el palacio de los marqueses de Montehermoso, un edificio de grandes dimensiones que está siendo objeto de restauración. Sobre la fachada de sillería, flanqueada por sendos torreones, destaca el escudo blasonado y los elegantes enrejados de ventanas y balcones.
Aneja al palacio se puede ver otra construcción que alojó a la cárcel del pueblo y aislada en lo alto del cerro se yergue la iglesia parroquial de la Asunción, un templo de muros resquebrajados que amenaza con venirse abajo en cualquier momento y que parece sostenerse apoyado en su sólido torreón. Tanto el campanario como la puerta de entrada, cubierta por un ruinoso atrio, conservan rasgos de la primitiva construcción románica, muy alterada.
Detrás de la iglesia, el cementerio, con algunas cruces de hierro, evoca otros tiempos en los que el pueblo contaba con cerca de un centenar de habitantes dedicados sobre todo a la ganadería y al cultivo de cereal.
La población se repartía en una veintena de viviendas, que en algunos casos todavía se mantienen en pie gracias a su nuevo destino como residencias de fin de semana y que aparecen precedidas por cuidados jardines.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

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