domingo, 6 de enero de 2019

Palacio del Canto del Pico - Torrelodones

El Palacio del Canto del Pico es un edificio del siglo XX, situado en el municipio español de Torrelodones, en la parte noroccidental de la Comunidad de Madrid. Fue construido en 1920 como casa-museo, para albergar la colección de arte de José María del Palacio y Abárzuza, tercer conde de Las Almenas y primer marqués del Llano de San Javier, su promotor, autor del proyecto y propietario inicial.
En 1930 fue declarado Monumento Histórico Artístico y en 1985 su entorno quedó incorporado dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Figura en la Lista roja de patrimonio en peligro, que la asociación Hispania Nostra empezó a elaborar en 2006, dado su delicado estado de conservación.

Ubicación y medio físico
El palacio está situado a 1011 metros de altitud, en el punto más elevado del término municipal de Torrelodones. Desde allí se divisan hasta 34 municipios, resultando un mirador excepcional. Corona la cima de una montaña granítica, perteneciente geológicamente a la Sierra del Hoyo, un monte-isla de la Sierra de Guadarrama.
Se halla en el centro de una finca de 100 hectáreas y 9 km de perímetro, poblada de árboles y arbustos característicos de la vegetación mediterránea, entre los que cabe destacar la encina y el alcornoque. El paraje presenta un relieve bastante accidentado y se encuentra surcado, por su lado oeste, por el arroyo de la Torre, afluente por la izquierda del río Guadarrama.
Es accesible desde la Autovía del Noroeste (Madrid-La Coruña), a la altura del punto kilométrico 29, desde donde parte la carretera M-618, que bordea por el este el límite oriental de la finca.

Toponimia
El edificio toma su nombre de un canchal de granito con forma de pico de ave, que se encuentra en sus proximidades. La montaña sobre la que se asienta también es conocida como Canto del Pico, así como la finca en la que se integra. El acceso al edificio es mediante un camino de tierra, que sube hasta la parte más alta de la finca, encontrando el palacio principal.

Historia
Enclave del palacio, en lo alto de la montaña del mismo nombre, a 1.011 m de altitud, la máxima altura de Torrelodones.
Se debe a un proyecto personal de José María del Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, en el que no intervino ningún arquitecto.1 Las obras fueron realizadas por maestros canteros de la zona y se extendieron desde 1920 hasta 1922.
La tradición afirma que el aristócrata eligió su emplazamiento por recomendaciones médicas, pues se creía que el lugar poseía fuertes concentraciones de rayos ultravioleta, supuestamente beneficiosos para la salud.
Por el palacio han desfilado numerosas personalidades históricas. En él falleció el estadista Antonio Maura (1853-1925), que residía en una mansión cercana, denominada El Pendolero. En una de sus visitas al lugar, murió repentinamente mientras descendía por unas escaleras, según se recoge en una placa conmemorativa, instalada en el interior del edificio (Bajando por esta escalera, ascendió al cielo don Antonio Maura).
Al morir su esposa, perteneciente a la familia Maroto de inmensa fortuna, el Conde redujo drásticamente su fortuna, ya que para entonces había agotado la suya. Esto hizo que en 1928 subaste parte de su colección de arte en Nueva York.
Durante la Guerra Civil española, el Canto del Pico fue sede del Mando Militar Republicano y sirvió de cuartel a Indalecio Prieto (1883-1962) y al General Miaja (1878-1958), quienes dirigieron desde allí la batalla de Brunete.
El conde de las Almenas, que perdió a su único hijo durante la guerra, sufrió a su término una fuerte depresión. A partir de entonces vivió solitario en el mundo que había creado. Dejó en 1940 la finca y el palacio en herencia a Francisco Franco Bahamonde, que lo utilizaba como refugio cuando los servicios de información del régimen alertaban sobre la posibilidad de algún atentado. También acudía a la finca como lugar de recreo, donde llegó a crear una granja de ovejas, gallinas y abejas, que cuidaba en colaboración con Ángel, el guarda.
En 1955, el Tribunal Supremo concedió a la finca y a la casa la exención de la contribución territorial urbana, “por ser de hecho un museo del Estado”
Tras la muerte de Franco, la propiedad pasó a sus herederos. Su nieta, María del Mar Martínez-Bordiú, Merry, y el periodista Jimmy Giménez-Arnau fijaron allí su residencia a finales de los años 70 del siglo XX, después de contraer matrimonio.
En las décadas de los 80 y 90 del citado siglo, el palacio quedó en el abandono y fueron frecuentes los actos vandálicos y de rapiña.
José de Vicente Muñoz, historiador y maestro de Torrelodones alentó la rehabilitación del Canto del Pico, tarea que nunca pudo ver terminada, ante las dificultades que ponían los propietarios del palacio. En un escrito del año 1985 expresaba de la siguiente forma su impotencia:
"Al ver las habitaciones se me cayó el alma a los pies, sobre todo al ver la biblioteca por los suelos. Para evitar que un día 'los cacos' tirasen un pitillo y se produjese un incendio que acabase con todos los libros y el edificio, pedí permiso al administrador de los propietarios para que, en calidad de depósito, me permitiese llevarlos a una dependencia municipal, donde estarían seguros. Este permiso me fue denegado."
En abril de 1988, Carmen Franco Polo, hija del dictador, vendió la finca por 320 millones de pesetas a José Antonio Oyamburu Goicoechea (hermano de Francisco Oyamburu, párroco por aquel entonces de Torrelodones), propietario de la empresa hostelera Stoyam Holdings Limited (SHL), con sede en Inglaterra, que tenía prevista su conversión en un hotel de lujo. Sin embargo, tal proyecto nunca se llevó a efecto.
El 24 de julio de 1998, un incendio destruyó las cubiertas y se perdió la práctica totalidad de la colección artística conservada en el interior. Hasta 2001 estuvo sin ellas, lo que aceleró su deterioro.
En 1999, tras un acuerdo con la empresa británica SHL, propietaria del palacio del Canto del Pico, el claustro gótico del monasterio cisterciense de Santa María de la Valldigna, situado en la localidad valenciana de Simat de Valldigna, se resolvió devolverlo a su enclave original, de donde fue mandado trasladar en 1920 por el conde de las Almenas, José María del Palacio y Abárzuza, un enamorado del arte gótico, para depositarlo en su palacio del Canto del Pico. El monasterio había sido abandonado por los monjes y vendido a particulares tras la desamortización de Mendizábal de 1835.
En 2003 la Generalidad Valenciana compró por un millón de euros a SHL el claustro y, tras ser aprobado su desmontaje por el Ayuntamiento de Torrelodones el 29 de diciembre de 2006, fue devuelto a su lugar original el 29 de enero de 2007, sin que hasta la fecha se haya instalado, por falta de seguridad, en el palacio la copia exacta de las 238 piezas que lo componían, tal como se comprometió la Generalitat Valenciana al adquirirlo.
En 2004, la Comunidad de Madrid resolvió revocar la declaración como monumento del Canto del Pico, rebajándolo a la categoría de Bien de Interés Cultural.
En 2005, el Ayuntamiento de Torrelodones anunció la firma de un preacuerdo con la empresa propietaria, mediante el cual se contempla la posibilidad de que el edificio pueda pasar a manos municipales, aunque no se ha materializado. Las autoridades locales autorizaron entonces a la empresa propietaria a reponer las cubiertas y a sellar puertas y ventanas, con objeto de evitar el vandalismo.

Descripción
El palacio está construido en estilo eclecticista, con predominio neogótico. Fue construido como casa-museo, para conservar la colección de piezas artísticas y arqueológicas del conde de Las Almenas, muchas de las cuales quedaron integradas dentro de la estructura.
El edificio albergó elementos arquitectónicos y decorativos representativos del arte español de los siglos XII a XVII. Entre ellos, cabe destacar columnas y capiteles góticos procedentes del Castillo de Curiel, puertas traídas del Convento de las Salesas Reales de Madrid, techos de carpintería de Curiel de Duero, Toledo y Teruel y diferentes motivos ornamentales de la Colegiata de Logroño y de la Seo de Urgel.
Como se ha indicado, en el palacio también se exhibía el claustro gótico de la Casa del Abad, del monasterio cisterciense de Santa María de la Valldigna, (Simat de Valldigna, Valencia), que estaba instalado junto a la fachada oriental. Después de un largo proceso de reclamaciones por parte de la Generalidad Valenciana, iniciado en 1998 y culminado en 2006 con su compra a la empresa propietaria, fue trasladado en 2007 a su lugar de origen, sin dejar réplica del mismo en el palacio.
A unos 500 metros del edificio se encuentran las ruinas del jardín, igualmente concebido y proyectado por José María del Palacio y Abárzuza, donde también hay depositadas diferentes piezas arquitectónicas pertenecientes a la colección de arte del conde.
El resto de la finca ofrece un aspecto agreste, aunque también fue objeto de distintas intervenciones, consistentes en inscripciones, bancos, escaleras y miradores, tallados en la roca.

(Wikipedia)

Oña - Burgos

En la estación de Oña se da la paradójica situación de que, mientras el edificio de viajeros está más o menos bien conservado y el almacén ha sido restaurado y convertido en un polideportivo, el resto de las instalaciones están completamente destruidas y prácticamente ocultas por la maleza. 

Así, la marquesina de la vía de sobrepaso es una ruina total que incluso resulta difícil de ver entre la auténtica “selva” que crece entre los raíles. 

En los alrededores de la estación de Oña encontramos numerosas fábricas y edificios abandonados, como este situado justo encima de la playa de vías. 

(Esperando al tren) 

Mussara - Tarragona


A este pueblo tarraconense le bastaría con exhibir su condición de enclave fantasma -está deshabitado desde 1959- situado a más de 1.000 metros de altura para meter el miedo en el cuerpo pero, por si fuera poco, La Mussara está rodeado de un halo de misterio relacionado con dimensiones paralelas y connotaciones diabólicas. De hecho, reza la leyenda que existe una determinada piedra entre las ruinas del pueblo que es la puerta de acceso a la Vila de Sils, un pueblo situado en otro plano existencial.

(ABC)

Mosarejos - Soria



Quien dijo que no quiso ser un pueblo importante, si hasta las paredes se engalanaron para ello.
Dos y hasta tres pisos quisieron tocar el cielo y cerraron tras sus impenetrables puertas de madera acosadas por el tiempo.
Todavía  tocaban sus campanas los días de viento, pero ya murió su campanero.
En silencio los musgos escondidos en las grietas de la madera de los bancos escuchaban la misa.
Nunca más corrieron los niños subiendo aquellas escaleras.
Solo quedaba desnuda sobre el muro la estampita de la virgen, devoción de los que allí estuvieron un día.

Montgarrí - Lérida

Montgarri es un pequeño pueblo de montaña casi despoblado del municipio Naut Aran, en la comarca del Valle de Aran.
Esta situado en los Pirineos leridanos muy cerca de la frontera con Francia.
En 2009 solo tenía 4 habitantes censados (todos ellos, varones).
Hoy en día aún se pueden ver las casa en avanzado estado de ruina, (llamadas bordas)
Este pueblo empezó a quedar deshabitado en los años 60 debido a las duras condiciones climáticas. Se encuentra a una altitud de 1.645 metros. El Santuario de Montgarri, se encuentra en un buen estado de conservación, fue construido en 1117 junto al río Noguera Pallaresa. Consta de varios cuerpos que forman una planta cuadrada, y destaca su alto campanario, de torre octagonal con ventanas en el cuerpo superior. Es una construcción que contaba con hostal, iglesia, rectoría, administración y corral con pajares.

(Pueblos fantasmas de Cataluña)