domingo, 7 de abril de 2019

Peñalcázar - Soria

Peñalcázar está situado en lo alto de una meseta de difícil acceso, posee una muralla semiderruida levantada en el borde de la roca que la rodea.
Al parecer Peñalcázar fue abandonado definitivamente en la década de los años 60. 
La dureza de su clima, (muy extremo en invierno) y sin agua  potable, (los vecinos tenían que bajar a por agua a la fuente cercana) hicieron que se despoblara.
En general el pueblo está semiderruido a excepción de algunas casas y la iglesia que aún conserva sus fachadas y el campanario aunque sin campanas que como en la mayoría de pueblos abandonados han sido expoliadas.
También se pueden ver los restos de un aljibe donde se recogían las aguas de lluvia para ser aprovechadas. 

Júnez - Zaragoza


Enclavado a 550 metros de altitud en las Cinco Villas, se encuentra este precioso pueblo abandonado, donde a día de hoy se mantienen las casas casi intactas. Hablamos de Júnez.
La vida era muy dura en Júnez debido a su aislamiento, por ello sus habitantes decidieron emigrar a las localidades más cercanas, dejando abandonado así al pueblo.

Sensación rural

Ainielle - Huesca

Sería simplemente un pueblo más de los muchos que han ido quedando abandonados en el Pirineo aragonés, pero su suerte cambió en 1988, cuando Julio Llamazares lo convirtió en protagonista de su novela «La lluvia amarilla». El libro, triste, descorazonador y maravilloso, es el monólogo interior del último habitante de Ainielle. Nos cuenta cómo la gente se fue yendo poco a poco, cómo los últimos vecinos dijeron adiós y cómo, tras la muerte de su mujer, se convirtió en el habitante del pueblo. 
Desde la publicación del libro, Ainielle, deshabitado desde 1970, es una especie de lugar de peregrinación. Puedes ir por tu cuenta o participar en la Senda amarilla, una marcha senderista anual de Oliván a Ainielle.

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