domingo, 1 de septiembre de 2019

Sotillos de Caracena - Soria

Cerca de la ciudad romana de Termancia y de la iglesia visigoda de Pedro. Este pueblo acogió hasta hace unos años conciertos que se enmarcaban en el proyecto «Poblando el silencio», que pretendia llamar la atención sobre estos pueblos abandonados. Sus casas han sido muy expoliadas, destacando la iglesia de San Miguel y su plaza donde se situaban las principales casas. Hay varios alojamientos rurales por los alrededores. Una pista conduce hasta otro despoblado, el de Manzanares, entre campos de cereales y arboledas.


(ABC)

Santa Creu de Rodes - Puerto de la Selva-Girona

El despoblado de Santa Cruz de Rodes se encuentra situado cerca del monasterio de Sant Pere de Rodes.
Este lugar se conoce desde el año 974, actualmente es un pueblo abandonado y en ruinas, solo se conservan la iglesia y unos muros.
Se cree que el pueblo fue abandonado en 1345 por un episodio de peste negra, aunque también se conoce que gran parte de la población se fue para participar en la conquista de Mallorca.
La iglesia del pueblo -Santa Helena- fue declarada de interés cultural en 1997, en uno de sus lados y bajo una casa se encontró un cementerio.
La iglesia de Santa Elena perdió la condición de parroquia en 1572 cuando ya casi no quedaban habitantes, no obstante hay constancia de que en 1820 sirvió como lugar de entierro de un abad.

(Pueblos fantasmas de Cataluña)

Palacio de los Gosálvez (Casas de Benítez, Cuenca)

Obra del arquitecto Luis Sáinz de los Terreros, se construyó en 1902. "Aunque ahora mismo está devorado por la naturaleza, arquitectónicamente es una pasada. Consta de tres plantas, de estilo versallesco. Pertenecía a una familia bastante adinerada, y lleva abandonado desde los años sesenta. Queda solo la estructura. En cuanto un lugar se hace público, llegan los chatarreros a robar todo", dice Lens.
"Era de los años treinta o cuarenta, y estaba completamente vacío, excepto el último piso, al que no le faltaba detalle: conservaba las camas, el comedor con sus muebles, la cocina y sus útiles, los armarios... Fue incríble ese lugar. Para entrar tuvimos que escalar hasta un balcón del primer piso, que estaba sin ventanas", confiesa Marc Raja.

El País