martes, 28 de abril de 2020

Monasterio de Xagoaza

Xagoaza es otra de las parroquias de O Barco y en ella se ubica uno de los monasterios más famosos de la comarca de Valdeorras, rodeado de un ambiente de paz y naturaleza. Se trata del monasterio de San Miguel de Xagoaza, situado a tan solo dos kilómetros de O Barco de Valdeorras y enclavado en el profundo valle que forma el río Mariñán, afluente del Sil.

Iglesia de Xagoaza
Aunque hemos leído en varios lugares, incluso en uno de los paneles, que las primeras referencias al monasterio de Xagoaza datan del año 1092 debido a una inscripción en una tumba de San Pedro de Montes, en realidad no encontramos la tumba que lo certifique, aunque sí existe un tumbo, el Tumbo de San Pedro de Montes, de Augusto Quintana Prieto (s. XIII o principios del XIV). Aunque curiosamente y sabiendo que la iglesia de Xagoaza es de origen románico, en dicho tumbo no se cita este templo, sino que nos habla del lugar de Jagoaza y de las iglesias de Santa María de Irmida y de San Pelayo, ambas de ubicación desconocida. Esto lo podremos ver en el siguiente trabajo de María C. Rodríguez González en referencia al Tumbo de San Pedro de Montes.
Del monasterio de Xagoaza original no queda mucho, pero sabemos que desde el año 1252 perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén (los Sanjuanistas), más conocidos con el nombre de Caballeros de Rodas o Caballeros de Malta, orden que tuvo una gran presencia en la provincia de Ourense. Xagoaza era un priorato que dependía de la Encomienda de Quiroga.

Monasterio de Xagoaza
En primer lugar el monasterio fue de una orden religiosa hospitalaria, después militar y por último de carácter diverso como centro espiritual.
El edificio original, que es posterior al monasterio primitivo (XVIII), tenía dos frentes, uno de ellos desapareció no hace mucho. En el que queda se puede apreciar un hermoso escudo de armas. Otro más se encuentra en el patio interior en una de sus columnas.
La iglesia está separada del edificio y su origen se remonta al siglo XII. Es una templo de una sola nave y conserva su ábside románico semicircular, así como parte de la puerta sur y los canecillos que adornan el alero del ábside. La sencilla fachada fue reformada en el siglo XVI y posteriormente se le añadió la espadaña de dos cuerpos. Tiene dos puertas con arco de medio punto una de ellas adornada con la Cruz de Malta.
En el interior destacan los restos de las pinturas manieristas en el prebisterio del conocido Mestre de Xagoaza, del año 1586, un hermoso retablo barroco de Juan Pascual de Barrio de 1679 y una custodia de Matías González de 1699.
El monasterio quedó en abandono en el siglo XIX y no fue hasta el año 1988 que fue restaurado y hoy los edificios monacales que se conservan forman parte de una bodega, bodega que cuenta con una cueva tradicional de grandes dimensiones para la conservación de los vinos.
Sobre el río Mariñán aún se conserva un viejo puente denominado Ponte da Acea y los restos del molino que le dan nombre.
San Miguel de Xagoaza forma parte del Camino Natural del Interior Vía Nova, Tramo Biobra – Petín. Debemos saber también que el monasterio de Xagoaza se localizaba muy próximo al camino de invierno a Santiago y a ello se debe su carácter hospitalario durante siglos. Por Xagoaza también pasaba una vía de comunicación que unía O Barco de Valdeorras con O Cebreiro, pasando por el interior de O Courel.
Muy cerca podremos y en dirección O Barco de Valdeorras podremos ver la Torre de O Castro y su entorno.

Galicia Máxica

miércoles, 22 de abril de 2020

Iglesia y Colegio de San Ildefonso- Fregenal de la Sierra

Entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVIII Extremadura acogió siete centros educativos de la Compañía de Jesús: Plasencia, Cáceres, Llerena, Badajoz, Higuera la Real, Fuente del Maestre y Fregenal de la Sierra. La fundación de estos centros de enseñanza no obedecía a ninguna cuestión territorial, si no que estaba basado únicamente en cuestiones económicas, es decir solamente se construyeron centros donde hubo mecenas que pudieron acometer las obras. La forma de proceder de la orden religiosa para la fundación de los colegios era la siguiente: varios religiosos se desplazaban a la localidad donde querían fundar el centro y buscaban vecinos pudientes que pudieran asumir económicamente la construcción del colegio o que pudieran realizar importantes donaciones.
El colegio jesuita que nos ocupa es el de Fregenal de la Sierra, allí nació en 1546 el comerciante Alonso de Paz Rodríguez. Siendo muy joven viajó a Panamá junto a su hermano mayor para buscarse la vida y tras 10 años regresó a España estableciéndose en Sevilla donde fundó un exitoso negocio comercial con las Indias de cuero y machetes. Habiendo conseguido una gran fortuna regreso a Fregenal donde mantuvo varios encuentros con los jesuitas con el fin de fundar un colegio y un convento en la localidad, algo de lo quedó constancia el 13 de enero de 1597 en su testamento realizado ante el escribano Juan Pérez Calleja. En dicho testamento quedó reflejada la donación a la Compañía de Jesús de 20.000 ducados para la fundación de un convento (actual Convento de la Paz o de las MM. Agustinas) y 40.000 ducados destinados a la edificación de un colegio donde se impartirían clases de Gramática, Artes, Filosofía y Teología. Finalmente falleció el 21 de enero de 1597.
En su testamento mostró una postura abierta a la hora de ejecutar las obras del colegio, dejando total libertad a los religiosos: de estos quarenta mil ducados hagan y hedefiquen la cassa y collegio como a los dichos padres paresçiere.
Sin embargo también dejó por escrito su voluntad de erigir en el centro de la capilla mayor de la iglesia un sepulcro para él y sus descendientes realizado de cantería con sus armas labradas excluyendo así a los religiosos de enterrarse en aquel lugar.
la capilla principal de la iglesia sea mia e descendientes de mis padres para que se puedan enterrar todos en ella y no se pueda enterrar en ella otra persona
Este deseo contravenía las leyes que la Orden había dictado sobre los enterramientos, solo permitidos debajo del presbiterio en un principio para sus fundadores y jesuitas. Tras varias modificaciones posteriores en el cumplimiento de lo establecido de forma testamentaria se aceptó el dinero para levantar el colegio con la inclusión de una cláusula que limitaba el enterramiento a él pero excluía a su familia. Tres años más tardes del fallecimiento de Alonso de Paz, en 1600 comenzaron las obras del colegio y en 1606 se comenzaron a cursar los estudios.
El colegio e iglesia estuvieron en funcionamiento hasta el año 1767, año en que la Pragmática Sanción de Carlos III dictaba la expulsión de los jesuitas de la Corona de España y el embargo de sus bienes. Concretamente en Fregenal de la Sierra, el viernes 3 de abril de aquel mismo año el alcalde mayor de la villa, Don Pedro de Torrecilla y Carvajal, ordenó a los religiosos que abandonaran el centro siendo confiscado todo su dinero y patrimonio. A Fregenal llegaron todos los jesuitas de la región, un total de 41 religiosos procedentes de colegios de Llerena, Higuera la Real, Badajoz, Cáceres y Plasencia, desde donde partieron al Puerto de Santa María para definitivamente acabar en los Estados Pontificios.
Tras la expulsión de los jesuitas, en 1777 el templo aparece mencionado como Real Oratorio Privado de Su Majestad, al pasar el edificio a formar parte del Real Patrimonio. Posteriormente la iglesia fue convertida en palacio o casa solariega por Susana de Montes y Bayón, I condesa de la Santa Espina. Posteriormente es probable que pasara a manos de Ernestina Fernández-Cavada Jalón, XIII Marquesa de Castrofuerte. La noble consideró que la iglesia era la propietaria moral del inmueble por lo que donó el edificio al convento de monjas agustinas de Nuestra Señora de la Paz en 1970. Para la pequeña congregación de monjas, con unos recursos muy limitados, el edificio supuso una  carga ya que no podían encarar la rehabilitación del inmueble por lo que el solar quedó abandonado siendo frecuentemente asaltado y pronto amenazando ruina. Posteriormente, en 1980, las monjas decidieron venderlo a tres vecinos del pueblo por 450.000 pesetas, que viendo que no podían derribar el conjunto y edificar otro inmueble terminaron traspasándoselo al Ayuntamiento de Fregenal en 1994 por varios millones de pesetas. Ya en manos municipales fue usado como cochera y almacén del servicio municipal de obras.
Tanto el colegio como la iglesia ocupan toda una manzana, sus elementos constructivos son básicamente el ladrillo sobre una base de piedra. La sobriedad del colegio choca con la fachada de tendencias barrocas de la iglesia. El colegio se resolvió con dos plantas de base rectangular junto a un patio, definieron unas estructuras muy prácticas adaptadas para la liturgia y la enseñanza, algo muy propio de la funcionalidad de los jesuitas. El exterior del centro educativo dispone de balcones de hierro en la segunda planta y su fachada está adornada por los escudos de armas de Alonso de Paz y la condesa de la Espina. Por su parte, la iglesia presenta claras influencias de la arquitectura andaluza de los siglos XVII y XVIII. Estructurada en una sola nave sin crucero estacado y sin tribunas ni capillas laterales. Posee una torre campanario adosada a la cabecera del templo. Su interior se encuentra prácticamente desprovisto de elementos decorativos. La fachada principal está construida con sillares de piedra y resuelta con una portada adintelada coronada con un frontón triangular partido y una pequeña hornacina. Lo más característico es el remate barroco de líneas ondulantes propias de siglo XVIII. Tras la capilla mayor del templo se haya enterrado su fundador Alonso de Paz junto a algunos jesuitas frexnenses.
Actualmente el colegio, al que es imposible acceder, se encuentra en completa ruina, habiendo perdido la totalidad de la cubierta y manteniendo únicamente los muros principales y algunas paredes medianeras. Por su parte la iglesia, a pesar del deterioro manifiesto que presenta, se encuentra en mejores condiciones, no obstante existe un importante deterioro del retablo y los esgrafiados, la estructura se mantiene en pie probablemente por el hecho de haber servido de cochera y almacén para el ayuntamiento. En el interior del templo la puerta que comunicaba con el colegio se haya actualmente tapiada, de la misma forma se encuentra el acceso a la torre y a la cripta que se encuentran detrás del ábside.

Extremadura Misteriosa

martes, 21 de abril de 2020

iglesia de Santo Estevo de Pardollán


La parroquia de Santo Estevo de Pardollán se encuentra en una de las partes más orientales de Galicia (Rubiá, Comarca de Valdeorras) tan solo separado por el valle del río Sil de la provincia de León. Su agreste geografía debido a su clima, sus altas montañas y empinadas laderas que se encuentran dentro del Parque Natural Enciña da Lastra, ha provocado que tan solo existan dos entidades de población, Vilardesilva y Pardollán.
Estas pequeñas aldeas tenían como templo parroquial la iglesia de origen románico de Santo Estevo de Pardollán, situada a unos 150 metros arriba en línea recta del núcleo de Pardollán. Su acceso es difícil, ya que no existe carretera ni pista que llegue hasta esta iglesia perdida en el medio de la montaña.
Para llegar hasta allí los vecinos debían ascender por un tortuoso y empinado sendero que salva los cincuenta metros de desnivel en prácticamente 200 metros de recorrido.
Ya fuera en invierno con frío, hielo o nieve o en verano con un calor abrasador nos podemos imaginar lo duro que podía ser acceder al templo y ascender el camino, no solo para ir a misa sino también a ceremonias como los entierros, ya que además el antiguo cementerio se encuentra en el atrio de la iglesia de Santo Estevo de Pardollán. No es raro ni difícil pensar el porqué del abandono de esta iglesia.
La iglesia fue abandonada en la segunda mitad del siglo XX y sobre el núcleo de Pardollán se edificó una nueva en mitad de la villa a finales de la década de los 90, así como el cementerio que fue construido en la carretera que baja al valle.
Sin embargo es lógico saber porqué se edificó aquí esta iglesia ya que su origen se pierde en los siglos y anteriormente las comunicaciones no eran impedimento para la construcción de estos templos. En un lugar mágico y místico se construyó en el siglo XII el templo del que parte nos has llegado hasta la actualidad y por ello mantiene un gran acento románico en sus piedras. Es probable que formara parte de un monasterio del que no sabemos nada de él ni parecen quedar restos. Debemos saber que junto con el monasterio de Xagoaza son los únicos ejemplos de románico conservados en la comarca de Valdeorras. Por lo tanto estamos ante los restos de una iglesia del románico tardío, probablemente de los siglos XII o XIII.
Lo que vemos hoy son los restos de una iglesia de planta basilical de una sola nave con ábside cuadrangular. Añadido posteriormente y adosado al templo principal se encuentra la sacristía a la que se accede por una pequeña puerta desde el prebisterio. La iglesia tiene dos entradas con arcos de medio punto, la principal y otra en el muro sur.
La principal es sencilla pero destacan la piedra roja de Pardellán en sus dovelas. Debemos saber que esta parte de Enciña da Lastra y sobre todo la ladera de Pardollán destaca por los suelos ferruginosos que dan el color rojizo a estas piedras, no muy lejos aún encontraremos los restos de la denominada mina de pintura. La puerta sur aún conserva dos canecillos con figuras de bovinos. Otros canecillos aún pueden ser visto en los restos de la cornisa del templo. En el siglo XVIII la iglesia sufrió reformas y se le añadió más altura y la gran espadaña de doble hueco en su fachada tan características de esta comarca.
En el interior aún podremos ver una pila bautismal y el arco triunfal apuntado característico del románico tardío. En el prebisterio aún se mal conserva parte del retablo barroco que adornaba el altar.
En el exterior y sobre el atrio de la iglesia de Pardollán aún se puede ver las magníficas cruces conmemorativas de hierro del antiguo cementerio parroquial. El conjunto se cubría con losas de pizarra sostenidas por vigas de madera.
Pero eso no es todo lo que nos depara este lugar. Unos metros más arriba del templo, “Tras la iglesia”, se conservan los restos de un gran molino que destaca por su enorme depósito de agua adyacente al mismo. Se trata de una gran balsa circular que aprovechó la roca para su construcción y que almacenaba las aguas del arroyo que nace en una mina situada unos metros más arriba para después utilizarla como energía para mover el rodicio. El molino, que era de dos plantas, lleva tiempo abandonado, por lo menos 70 años. Para saber todo sobre este molino os dejamos este enlace recogido por la Asociación Santo Estevo (Pardollán), asociación que se dedica a difundir y defender el patrimonio artístico, cultural y natural de la parroquia.
Entre el pueblo y la iglesia existían más molinos de los que no se conservan más que restos de canales, presas. Otro de ellos, lo que queda, se puede aún ver en el mismo pueblo.
En la actualidad la iglesia románica de Santo Estevo de Pardollán se encuentra en ruinas y en el más absoluto abandono por parte de las autoridades pertinentes, no así por los vecinos y organizaciones como O Sorriso de Daniel que ya han actuado en alguna ocasión sobre esta joya románica e histórica.

Galicia Máxica

lunes, 20 de abril de 2020

Pueblo fantasma de La Mussara - Tarragona

Cuenta la leyenda que es una puerta dimensional y que la niebla actúa como bisagra a otra realidad, pero lo único cierto es que a sus habitantes se les conocía como ‘ranas’
La iglesia sobresale en el pueblo abandonado de La Mussara.
Joan Soldevila Adán comparte en Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia una serie de fotografías que acompañan la historia según la cual “La Mussara es el pueblo abandonado más aterrador”.
“El tema de la niebla, por ejemplo, es probablemente el que más hace castañetear los dientes”, comenta.
“Cuenta la leyenda que La Mussara es una puerta dimensional y la niebla actúa como bisagra a otra realidad”, asegura.
Un testimonio concreto es puro Interestellar –perdón por el Spoiler–: un fulano desapareció 14 horas y tuvo la sensación de haber desaparecido solo dos”, afirma.
“Por lo menos volvió, pensarán quienes tengan aprendida la historia de La Mussara: se habla de casos de gente que nunca regresó tras su desaparición en la bruma”, detalla el lector.
“Sin embargo, lo que sería capaz de despertar la atención de Iker Jimenéz es la Iglesia de San Salvador. Cuentan los que han tenido a bien (o a mal) entrar en ella que han visto pinturas satánicas y cruces invertidas”, relata el autor de las instantáneas.
Lo de las psicofonías se da por hecho. La magia, el terror y la fantasía se concretan en un momento: sube la niebla y tañen las campanas que no hay en la Iglesia de San Salvador. Dicen. En cualquier caso, la niebla parece actuar –como en la última novela de Kazuo Ishiguro– como realidad y como metáfora”, afirma el lector.
“Pero poco importa porque todo son rumores, ¿o no? Tú mismo lo puedes constatar… si es que te atreves a ir”, concluye el autor de las fotografías a modo de desafío (o de advertencia).
La Mussara es un despoblado perteneciente al término municipal de Vilaplana, en la comarca del Baix Camp (Tarragona), que no tiene ningún habitante desde 1959.
El pueblo aparece citado en documentos de 1173 donde consta que estaba ya habitado. La iglesia de La Mussara se cita ya en un bula de Celestino III de 1194.
Del pueblo quedan ocho edificios en ruinas, aunque el único que está conservado es la antigua iglesia de San Salvador con un campanario de 1859 y en el que aún se evidencian rastros del primitivo edificio gótico sobre el que se construyó este templo.
En su interior se encontraba una imagen del siglo XIV de la Virgen del Patrocinio que se conserva en el Museo de Reus.

Las ranas
Más allá de las historias y creencias asociadas a la niebla, a los habitantes del pueblo de La Mussara se les conocía como ranas, ya que, al llover, se formaba un pequeño embalse natural que servía para dar de beber a los animales.
También tiene su origen en este pueblo una frase en catalán, ‘baixar de la Mussara’ (bajar de La Mussara), cuyo significado es el de “ignorar aquello que todo el mundo sabe” y que tendría su equivalente en español en la frase “estar en la higuera”.

La Vanguardia

sábado, 18 de abril de 2020

Convento de Correxais


El lugar de Correxais, ubicado en la parroquia homónima, se localiza a 650 metros de altura en las laderas empinadas del valle en la orilla sur del Sil, no muy lejos de Vilamartín de Valdeorras, del que se tiene una perfecta panorámica, así como buena parte del valle del río Sil. Este lugar fue elegido para erigir un convento trinitario en el siglo XVIII junto a la iglesia de San Pedro de Correxais, que aún es anterior a este. Se trata del Convento de las Trinitarios Descalzos de Correxais.
El monasterio o convento de Correxais fue financiado por el señor de la Casa de Outarelo y su mujer entrando en funcionamiento en 1727. Empezó a construirse dos años antes, después de que el Conde de Ribadavia otorgara licencia a los monjes trinitarios a cambio de que estos ofrecieran sus conocimientos de arte, gramática y moral. Fue por lo tanto uno de los únicos centros de formación de toda la comarca de Valdeorras en su tiempo y se posicionó como un centro espiritual y cultural de dicha comarca.
En la década de los años treinta llegaron las famosas desamortizaciones y el monasterio fue vendido unos años después de esta por 10.000 reales. Así comenzó su deterioro, aunque el lugar no dejó de ser un centro de estudio y de formación, pues ya en el mismo siglo XX albergó también la esculela rural.
Sin embargo después quedó sin ningún tipo de cuidado y poco a poco empezó a entrar en las más absoluta de las ruinas.
Una inscripción en una losa de pizarra situada en el suelo de la puerta de entrada nos da la bienvenida: “Bendita sea la santísima Trinidad”.
Por dentro solo hay escombros y los restos malheridos de lo que fueron sus plantas superiores que tanta educación repartieron a los habitantes de la comarca. En su interior se puede apreciar una estancia abovedada que asemeja a una bodega y otras dependencias a las cuales no debemos arriesgarnos a ir, pues pronto todo se irá abajo y tu podrías estar allí en ese momento. Mucho ojo, son ruinas y sus paredes tienen casi 300 años.
Una pena el estado de este lugar tan emblemático para la comarca, aunque sus dimensiones hacen difícil su resturación y reutilización, bien se podría afianzar su estructura y conservar este fantástico conjunto monacal.
A unos metros tenemos la iglesia de San Pedro de Correxais, anterior incluso al convento de los trinitarios y que por suerte no siguió el mismo camino que este. Se trata de una iglesia de planta de cruz latina en la que destaca su torre de piedra roja con el remate piramidal y una bóveda de crucería en su base de mampostería. En dicha torre podremos ver una inscripción bajo el campanario que nos habla de que se hizo esta obra un tal “de la Bega” en el año 1691 reinando Carlos II y siendo abad Antonio de Hoyos.
En su interior destaca el retablo mayor, con pinturas que representan la Navidad que fue restaurado a principios del siglo XXI.
En el atrio de la iglesia se encuentra el cementerio parroquial de San Pedro de Correxais.
El apacible lugar de Correxais es un fantástico mirador natural del valle del Sil, pudiendo ver Vilamartín, A Rúa y O Barco.

Galicia Máxica

CONVENTO ABANDONADO DE SAN JOAQUÍN - SANTA CRUZ DE LA SIERRA


Cuenta la leyenda que en la falda de la Sierra de Santa Cruz, durante el siglo XVI, junto al municipio que se denominó Santa Cruz de los Templarios, se produjeron una serie de fenómenos extraños, mezcla de paranormal y milagroso. Un ejemplo de ello era un pozo, que aún se conserva, que tenía un misterioso comportamiento, pasaba en cuestión de segundos de estar casi vació a rebosar, abasteciendo así a la población durante los largos periodos de sequía.
Este milagroso enclave fue el elegido en 1670 por Joaquín Chaves de Mendoza, Señor de Santa Cruz de la Sierra y III Conde de Santa Cruz, para levantar un convento. Una vez construido fue la Orden mendicante de los Agustinos Recoletos la que se instaló en él.
A pesar de la austeridad que predicaba la orden, su comunidad pronto comenzó a mostrar inclinación hacia las familias más poderosas e influyentes de la zona. La orden poco a poco fue ampliando sus propiedades a la par que disminuía su austeridad. Esto derivó en una cierta animadversión de los vecinos del pueblo hacia ellos, llegando a protagonizarse diversos pleitos entre ambos bandos, siendo una de las principales disputas al agua que bajaba de la sierra. Al parecer el aumento de hermanos en la comunidad llevó a los frailes a cavar un nuevo pozo dentro del convento, este pozo era tan profundo que la fuente del pueblo dejó de recibir su habitual caudal de agua.
En el siglo XIX, tras la publicación de la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica de 1.835, se llevó a cabo la supresión de la vida monacal en una gran cantidad de monasterios y conventos en toda España, con la desamortización de Mendizábal como trasfondo. Los frailes tuvieron que abandonar el convento y los vecinos aprovecharon las revueltas de la I Guerra Carlista para destruirlo, respetando, eso sí, la estructura de la iglesia.
El conocido como Convento de los Agustinos se encuentra situado en plena falda de la sierra coronando el pequeño pueblo de Santa Cruz de la Sierra. El edificio se encontraba conformado por la iglesia y sus dependencias conventuales:
La iglesia de estilo barroco, tiene éste nave única y planta de cruz latina, rematado el crucero con cúpula semiesférica sobre pechinas, orientada hacia el sur (hacia la sierra) y mirando su fachada hacia la población, en el medio del crucero, bajo la cúpula semiesférica, donde se encuentra el conocido pozo misterioso que daba fama al lugar antes de la llegada de los agustinos. En la portada, un arco con dovelas almohadilladas se remata con una hornacina y una cruz latina, enmarcadas entre los blasones de los Chaves de Mendoza.
Erigidas sobre el lado del evangelio de la iglesia se encuentran las dependencias conventuales, que llegaron a albergar hasta una treintena de frailes: refectorio, celdas, claustro... Hoy no quedan más que los muros exteriores de esas dependencias.
Actualmente el convento se encuentra en ruinas y presenta un grave deterioro por abandono. Existe riesgo de Derrumbe de la cubierta de la iglesia, de su cúpula y de los muros exteriores del convento.
La iglesia conserva aún su estructura, con sus muros y tejado a base de bóvedas de cañón y cúpula semiesférica que se encuentra agujereada. El templo conserva también diversas pinturas murales en su interior, principalmente sobre el coro. La antigua torre de espadaña también se mantiene en pie, estando rematada con un frontón triangular. Aún hoy se conserva el brocal granítico del supuesto pozo milagroso, cegado por escombros y deshechos, donde un saliente del mismo hacía las funciones de pila bautismal.
De las dependencias conventuales, hoy sólo se conservan mas que las ruinas de lo que fueron unas grandiosas dependencias. En los muros exteriores del convento se conservan aún vanos y alféizares de lo que debieron ser las antiguas celdas y habitaciones de los monjes. No obstante cada vez se hace más difícil adivinar entre las ruinas las zonas que ocuparían el oratorio, claustro o el resto de dependencias.
Desde entonces el templo ha servido como almacén o cuadra para el ganado, siendo actualmente el hogar de una gran cantidad de palomas y cigüeñas.
Debido a su delicado estado de conservación el Convento agustino de San Joaquín, en Santa Cruz de la Sierra se encuentra incluido en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra.

Extremadura Misteriosa