martes, 4 de mayo de 2021

Carrioncillo - Valladolid


Carrioncillo es hoy un lugar perdido en el valle del Zapardiel. Claro que hace unos años estaba más perdido todavía, pues la ermita era una pura ruina; hoy está felizmente restaurada, y los habitantes de Villaverde celebran aquí la romería de Nuestra Señora del Castillo a principios de mayo. De manera que, al menos una vez al año, el lugar recupera el bullicio de hace siglos.

Antaño era un poco diferente. No sólo por el bullicio; era lugar muy frecuentado por la nobleza, pues se trataba de un paraje ideal para la caza. Y aquí llegó en 1513 –hace ahora exactamente 500 años- en la primavera de marzo el rey Fernando el Católico a divertirse en compañía de la reina por lo delicioso de la estación y lo abundante de la caza. Y aquí fue donde su segunda mujer le dio un potaje preparado con turmas de toro por un cocinero francés para así ayudarle a tener descendencia. Pero no se recuperó del brebaje y falleció tres años después sin descendencia.

Y por si esto no fuera suficiente, también en el bosque de Carrioncillo se le apareció nada menos que San Andrés a Juan I para tranquilizarle, pues dudaba de la honestidad de su mujer y –de paso- para anunciarle el nacimiento del infante D. Fernando. Y aquí siendo niño, se crió, y siendo mozo, residió el hijo del anterior, que luego fuera rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia y Cerdeña, Alfonso V el Magnánimo, también conquistador de Nápoles, que suspiraba por su Carrioncillo cuando vivía en los lujos italianos. Ya se ve que Carrioncillo tenía su encanto, y algo debe permanecer todavía hoy.

En fin, en Carrioncillo no permanece ya casi nada, salvo la soledad. Una alameda es lo que queda del bosque. El Zapardiel al fondo, acompañado de prados donde al menos pastan las ovejas. En la alameda, una fuente y, a media ladera, manantiales que antaño fluían al río; hoy los vemos secos la mayor parte del año.  ¡Ah! y cerca de la alameda, unos bloques de calicanto que debieron pertenecer a la casa palacio donde pasaron temporadas los reyes más arriba citados.

En 1800 contaba con 3 casas y 12 habitantes, lo que provocó que, tras la ley de ayuntamientos de 1845 de Isabel II, se incorporara al municipio de Villaverde.

Por la belleza del paisaje y a la vista de tanta historia de reyes y nobles, no es mal lugar para meditar sobre lo pasajero de la condición  humana. Pero me da la impresión de que a nuestros políticos y poderosos no les iba a servir de mucho.

Carrioncillo dependía administrativamente de Dueñas de Medina, que llegó a tener ayuntamiento propio ¡Qué tiempos aquellos, cuando el Zapardiel llevaba agua y los pueblos se multiplicaban en sus orillas! En 1256 ya se la cita con el nombre de Donas, parroquia dependiente de la abadía de Medina del Campo. Hoy son dos simpáticos caseríos: el primero –Dueñas de Abajo– posee la iglesia de San Antonio, de muros de ladrillo y cajas d etapial, en una zona elevada y es una bodega donde se elabora verdejo, propiedad del grupo Hijos de Antonio Barceló. Gracias a esto el proceso de abandono se ha detenido. El segundo –Dueñas de Arriba–  es una explotación agrícola y ganadera.

Se encuentra en una zona estratégica, donde la llanura de Medina se convierte en valle por obra del Zapardiel. La cruzan caminos acompañados de chopos y abundan los praderíos, los campos de cereal y, claro, el viñedo.

Ahora, Dueñas y Carrioncillo pertenecen a Villaverde de Medina.

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