miércoles, 23 de noviembre de 2016

Nardues - Andurra (Navarra)

En las cercanías de la barrera montañosa de Izco y en medio de una extensa zona de secano, se alza la localidad de Andurra, núcleo minúsculo formado por una sola calle a cuyos lados se mantienen en pie media docena de casas, que parecen haber tenido un nuevo destino como almacenes.
Máquinas cosechadoras y la presencia ocasional de algún pastor indican débilmente que las tierras, antaño dedicadas a La siembra de cereal y patatas, todavía se mantienen productivas.
Hace más de un siglo, la población de Andurra alcanzaba el medio centenar de vecinos, cuya vida transcurría sin sobresaltos entre las tareas agrícolas y la cría de ganado lanar y vacuno, aprovechando la proximidad de algunas zonas de pastos. La existencia de dos pequeños regatos que vertían al río Irati permitía el aprovechamiento del agua en los cultivos y, para uso doméstico, los lugareños se servían de una pequeña fuente cercana.

Dintel grabado
El recuerdo de aquella época y de otras mucho más lejanas se mantiene hoy en algunos mínimos detalles, como el año de construcción de una casa grabado sobre una piedra de su fachada o una tosca puerta de madera con remaches de hierro oxidado.
A las afueras del caserío, la iglesia, consagrada a San Martín, conserva una contundente torre de base cuadrada y un voluminoso ábside, así como los restos de un breve pórtico sobre la entrada principal. A un costado de la torre se extienden las desoladas ruinas de lo que pudo ser la casa del párroco.
Algo más retirado y en medio de los sembrados permanece el cementerio, rodeado de un murete y accesible por una puerta coronada por una sencilla cruz de piedra.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

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