sábado, 16 de septiembre de 2023

VILLANUEVA DE SAN PRUDENCIO - LAGUNILLA DE JUBERA, La Rioja

Otra vez más, salí de mi casa con otra nueva ruta, que mi marido había preparado para ese día. 

Como os he comentado otras veces, nunca he sabido con antelación cuál es la ruta que vamos a hacer. Mi marido es el que se encarga de organizarla, lo único que me suele decir es hacia la comarca a la que nos dirigimos. Y esta vez lo que si que sabía, era que nos dirigíamos hacia Ribafrecha, en concreto a Villanueva de San Prudencio, otro de los pueblos deshabitados, de La Rioja.

Después de pasar Ribafrecha cogimos una carretera asfaltada, que no tenía cuneta ni raya en el centro. Circulando por esta carretera que estaba bordeada de almendros, y campos salpicados de amapolas, llegamos hasta una indicación en la que nos anunciaba que Zenzano se encontraba a 6,4 kilómetros.

No tuvimos ningún problema para llegar a Zenzano ya que estaba bien anunciado. Una vez allí, y sin entrar en el pueblo, continuamos por el mismo camino durante 1,4 kilómetros, el punto exacto en el que teníamos que aparcar nuestro coche. Allí vimos un helipuerto construido con piedras pintadas de blanco.

Villanueva se encontraba a tan solo 0, 61 metros. Desde allí mismo se podían ver los restos de las casas del pueblo, diseminadas por la ladera.

Hubo un tiempo en el que perteneció al municipio de Zenzano, pero en la actualidad pertenece a Lagunilla de Jubera

El pueblo fue despoblado en los años 60 del siglo XX

Sus orígenes están ligados al cercano y también desaparecido Monasterio de San Fructuoso de Pampaneto, que se construyó en el año 891. 

En el año 1032 se cita en la carta de población del rey Sancho III de Navarra con el nombre de Villanova de Pampaneto.

Más tarde, en el año 1048 pasó a manos del Monasterio de San Martín de Albelda, y en el año 1067 pasó junto con el de San Agustín de Nalda "por permuta" a ser propiedad del Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce situado en Clavijo, quién le dio su actual nombre.

Tenia entendido que había un horno en una de sus casas, pero me fue imposible encontrarlo. Todas las entradas de las casas estaban cubiertas por las malas hierbas, y la maleza cubría las calles

Desde el sitio en el que habíamos aparcado nuestro coche se veía el pueblo de Zenzano, nuestro siguiente destino.



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