viernes, 5 de agosto de 2022

Polvorín militar de Hontoria


El tiempo y la acción de la mano del hombre han dejado una huella indeleble en la caliza de Hontoria. Explotados para extraer piedra blanca, los montes que rodean Hontoria de la Cantera se han vaciado para llenar otros espacios. Uno de esos lugares vacíos, horadados por la mano humana es la vieja cantera que luego sirvió de polvorín del Ejército de Tierra.

Hoy es un lugar tétrico. Sin alma. Desasosegante y misterioso. El interior de la montaña guarda miles de secretos ignotos. Las huellas humanas han quedado impresas en las paredes desnudas del interior; el suelo áspero de la cueva artificial aún huele al azufre doliente de la munición.

En la Guerra Civil, el Ejercito Nacional montó un polvorín en Hontoria que estuvo activo desde 1937 hasta 1994 en que el destacamento de unos 50 militares dejó las instalaciones de la mano de Dios. Los militares aprovecharon la vieja cantera abandonada para dinamitar parte del subsuelo y habilitar cámaras estancas para el almacenamiento de armas. Enormes pilares sujetan la montaña desde el interior lo que permitió habilitar enormes espacios de 20 metros de ancho y cinco de alto, ideales para resguardar allí el armamento de los militares.

Cuentan los vecinos de Hontoria, Madrigal y Tornadijo que no sólo hubo armas, sino presos de la contienda civil e incluso se cuenta que los represaliados por el régimen de Franco realizaron trabajos forzosos en el polvorín.

Ritos satánicos

Almacenes, talleres y viviendas se distribuyeron durante 40 años en los alrededores del polvorín. Fue en 1994 cuando el Ministerio de Defensa decidió cerrarlo, aunque hasta 1998 no se declaró el lugar sin interés militar y en 2004 no acabó por eliminar la zona de seguridad.

A partir de ese momento, la cueva artificial ha sido usada por sectas satánicas y deterministas para realizar sacrificios de animales.

No hace mucho, en el interior de la cavidad se podían ver restos de animales de pluma en torno a una hoguera o una especie de altar de sacrificios en el fondo de la cantera.

Frente al polvorín estaba el destacamento militar que aún conserva parte de la estructura arquitectónica pero muy deteriorada y prácticamente en ruinas.

Las cuevas superiores se han convertido en apriscos para un ganado casi inexistente en una zona rica en vegetación de media montaña con roble y encina en la mayor parte del monte del sur de Hontoria de la Cantera.

El Correo de Burgos

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