domingo, 24 de septiembre de 2017

Junez

Este pueblo fue abandonado seguramente entre los años 50 a 70. Al acercarnos vemos una gran muralla en el flanco que da al río, por donde asciende el camino de entrada en forma de rampa. El conjunto es impresionante por su tamaño y la solidez de sus edificaciones. El material dominante es la piedra, con algunas ventanas y puertas recuadradas con pintura blanca. Unas tienen dintel recto y otras, arco de medio punto. Todas estas son características propias de la arquitectura popular del Pirineo aragonés, sin embargo, muchas viviendas tienen tres plantas, cubiertas de teja árabe y grandes balcones, más propios del Prepirineo.
La pequeña iglesia de planta cuadrada se asemeja a una casa a la que se le añadió posteriormente una pequeña espadaña triangular de campana única en lo alto de la fachada principal (1808).
Muchas viviendas tienen los tejados y muros completos. Otras no se han salvado del saqueo y en su interior encontramos todo tipo de enseres domésticos y mobiliario destrozados. En lo alto de la colina cuatro paredes y un gran arco de medio punto es lo único que queda de lo que parece ser una pequeña fortificación. Desde aquí se divisa el cementerio, al otro lado del río, junto al camino de acceso.


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