lunes, 19 de diciembre de 2016

Azucarera de Aranjuez - Madrid

A un kilómetro escaso del caso urbano de Aranjuez, una esbelta chimenea de ladrillo encarnado alerta al visitante de la presencia de esta antigua fábrica de azúcar construida a finales del siglo XIX. 
En un pasado no muy lejano, Aranjuez, junto con Arganda (La Pobeda), acapararon la actividad azucarera de la provincia y todo el desarrollo que esta industria representó para los pueblos del sudeste. La remolacha generó, entre otras cosas, nuevas oportunidades de empleo para una población dedicada a la agricultura de subsistencia y contribuyó al despegue industrial de Madrid a partir del próspero avance del sector alimentario. En efecto, la producción de alcohol, chocolates, dulces, etc., demandaba enormes cantidades de azúcar como materia prima. 
A finales del siglo XIX, la situación aventajada y próspera de Aranjuez atrajo los intereses del negocio azucarero estableciendo en la localidad dos fábricas que impulsaron el cultivo de remolacha en la Vega del Tajo. La primera factoría, bautizada con el nombre de Nuestra Señora de Lourdes, fue iniciativa de El Conde de Benalúa y tuvo una corta andadura ya que solamente funcionó hasta 1905. La segunda azucarera, instalada en esta misma fecha, acaparó el protagonismo de la actividad local garantizando a los labradores del entorno un mercado seguro sus cosechas de remolacha.
Situada junto a la estación del ferrocarril y en las proximidades del Canal de las Aves en su recorrido por la margen izquierda del Tajo, la fábrica tuvo garantizado el abastecimiento y transporte de materias primas así como el necesario suministro de agua como fuente energética y como recurso elemental para la fabricación industrial del azúcar.
El conjunto de las instalaciones de la Azucarera ocupa una superficie de más de sesenta mil metros cuadrados. En el corazón del recinto se conserva el edificio central o Sala General de Fabricación, sede de los diferentes departamentos productivos: molienda, prensas, laboratorio, calderas, secaderos, horno de cal, etc. Un espacio principal que funcionaba en comunicación directa con dos naves laterales, ubicadas a ambos lados y destinadas como Almacén de Pulpa y Almacén de Azúcar.
En construcciones independientes, todavía se reconocen los espacios ocupados por actividades auxiliares como el taller de reparación, la fragua, las oficinas de cultivos, el almacén de efectos, los vestuarios, las oficinas y las viviendas del Administrador y algunos empleados. Las trazas físicas de cuatro enormes silos rectangulares, dos básculas, un apeadero y una extensa infraestructura de apoyo al transporte ferroviario completan este espacio productivo cuya configuración y uso han ido variando a lo largo del tiempo.
La remolacha que abastecía la fábrica se cultivaba en las huertas de la Vega, en algunas fincas particulares de Aranjuez (Las Infantas y Castillejo) y en pueblos vecinos como Seseña, Algodor, Villaseca, Mora, Huelves, etc. En su conjunto, se trataba de pequeñas explotaciones agrarias con una consolidada tradición de regadío y de abundante empleo de mano de obra, localizadas en un entorno geográfico semicircular al sur de Aranjuez, a una distancia máxima de ochenta kilómetros de la fábrica.
La política monopolística de este sector industrial hizo cerrar esta fábrica en 1985, con el despido de todos sus trabajadores, excepto algunos que fueron trasladados a otras fábricas.

(Paloma Candela)



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