jueves, 13 de octubre de 2016

Matandrino - Segovia

La aldea de Matandrino es el mayor de los despoblados que se reparten por el término de Pradeña, en el que también se pueden ver los restos de Pradenilla, El Villar y Peña Corva, éste último en las proximidades del molino del mismo nombre. Todos ellos eran pequeños núcleos de apenas diez casas, surgidos durante la Edad Media y dedicados al aprovechamiento agrícola y ganadero de la zona.
La primera cita de Matandrino se remonta al siglo XV, cuando aparece mencionado como Mata Andrino, seguramente por la existencia en el lugar de un bosquete de endrinos (andrino, en Segovia), arbusto que tiene como fruto la endrina, destinada a la elaboración del pacharán. En el siglo XIX, el pueblo contaba con siete casas "de mala construcción y escasas comodidades" y hacia 1950 se había extendido ligeramente y estaba habitado por unos 40 vecinos. Años después, todos acabarían por abandonar el caserío, convertido en un conjunto de tejados hundidos en medio de un paisaje de secano, labrado todavía por algún tractor.
Una tosca cruz de madera sobre un mojón de piedra parece presidir la entrada al pueblo, formado en realidad por un grupo de casas diseminadas, modestas construcciones de piedra de buen tamaño, con cubiertas de teja en las que a veces sobresale la estructura desvencijada de unas vigas de madera.
Junto a las casas, los establos cumplen ahora la función de pajares y almacenes de aperos para los agricultores del término mientras que, adosada a los muros, se puede ver la inconfundible panza de algún que otro horno. Aquí y allá, el potro destinado a herrar el ganado y algunos artilugios abandonados, como una máquina utilizada para limpiar la parva, dejan entrever un pasado -no tan lejano- muy unido a las labores de la tierra.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

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