domingo, 30 de octubre de 2016

Gondriz - Lugo

El río Louzara, que transcurre por un estrecho valle sepultado bajo una mata de helechos, nogales y castaños, bordea pequeños pueblos antes de verter sus aguas en el Lor, afluente del Sil. El carácter recóndito del valle ha marginado las localidades ribereñas, que han perdido la mayor parte de su población. Es el caso de Gondriz, cuyo caserío asoma en una pequeña elevación, separada del río por un tupido bosque.

Pupitres de madera
La calle principal es un sendero que transcurre entre robustas edificaciones de piedra oscura, con tejados de pizarra, entre las que destaca la escuela, donde aún son visibles algunos pupitres de madera. En un extremo de la población se alza la iglesia, bien conservada y con una sencilla espadaña que sostiene dos campanas. Junto al templo, el cuidado cementerio permite constatar que los escasos vecinos que aún frecuentan el pueblo mantienen las sepulturas en buen estado.
A la salida del pueblo, una bifurcación conduce hasta el cauce del Louzara, en cuyo margen se alza un hermoso molino que atendía las necesidades de toda la zona.
Además del molino y la ferrería, este núcleo incluye también algunas viviendas de piedra y una hermosa casona, con una galería de madera de un azul muy desvaído por el paso del tiempo. Junto al molino el río fluye inmutable, ajeno al silencio que se ha apoderado de Gondriz.

(Pilar Alonso y Alberto Gil)

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