miércoles, 12 de octubre de 2016

El Cañigral - Teruel

Al borde a la pequeña sierra de Javalón, una de las formaciones que integran los montes Universales, se encuentra el mínimo núcleo de El Cañigral, un barrio dependiente de Albarracín y asentado en una ladera sobre un arroyo que acabará vertiendo sus aguas al río Cabriel. La austeridad del paisaje, cubierto por pinos y sabinas, y la gran dureza del frío invernal en la región, parecen explicar el silencio que se ha adueñado de este conjunto de edificaciones situado en una especie de tierra de nadie en la divisoria entre Teruel y la serranía de Cuenca, una zona en la que han quedado abandonadas varias aldeas: El Membrillo, San Pedro, El Collado de la Grulla,...
Hasta épocas recientes el pueblo debió contar con una población nutrida, a juzgar por los restos de la escuela, un típico edificio de la posguerra en el que aún se adivina la vivienda del maestro. En el centro del pueblo se puede ver la ermita, construida en el siglo XVIII, según reza en el dintel de su puerta, una sólida obra de madera que protege el interior de este mínimo templo. El edificio ha sido restaurado recientemente por un fraile de la orden de San Juan de Dios, que ejerce de ermitaño en una vivienda cercana.

Horno de piedra
Escalonándose a lo largo de la ladera se pueden ver otras construcciones, modestas pero de buen tamaño, con la característica estuctura de dos plantas, la baja destinada a establos y la superior a vivienda. Entre todas ellas destaca de manera especial un caserón de buen porte, algo apartado del núcleo principal y dotado de una construcción aneja, un horno con forma de tronco de cono que se conserva en muy buen estado. Junto al riachuelo y en un frondoso paraje arbolado que incluye algunos álamos viejísimos, se alza lo que debió ser un antiguo molino, habitado esporádicamente y rodeado de un rústico conjunto de puentecillos de piedra que en otoño quedan ocultos bajo un denso manto de hojas.


(Pilar Alonso y Alberto Gil)

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