Villaverde de Peñahorada era famoso por la hoy abandonada cantera Polar, a la que dedicamos una entrada en este blog.
Muy cerca de ella estaba el apeadero, cuyas instalaciones se limitaban a un pequeño edificio de viajeros y a la caseta de los servicios.
Y también muy cerca de ambos, las ruinas de una iglesia, al pie de la montañas y en medio de la nada.
(Esperando al tren)
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