Santa Fe de Montfred es una pequeña aldea situada en las proximidades de la sierra de Montfred, que separa los términos de Talavera, Lloraç y Santa Coloma de Queralt. Se accede a ella por una pista que sale en dirección oeste del kilómetro 4 de la carretera de la Panadella a Santa Coloma de Queralt. La ermita de Santa Fe, rodeada de campos de cereal y modernos molinos de viento, se erige solitaria al lado de las ruinas de una antigua casa de labor, probablemente del siglo xvii o xviii, donde antes se construyó un castillo, del que no queda ningún vestigio. Originariamente debió de desempeñar las funciones de capilla.
El poblado de Montfred perteneció a lo largo del siglo xi al condado de Osona y al término de Aguiló, situado en el límite del Penedès y la Segarra. La primera noticia del lugar, que data de 1051, hace referencia a la serra de Montfred al delimitar Lavit, actual Civit. Años más tarde, en la donación del castillo de Montargull de 1078, se vuelve a mencionar el lugar de Montfred como parte colindante con dicha fortaleza. En el siglo xii, el castillo de Montfred pasó a manos de la orden del Hospital gracias al acta testamentaria de 1195 de Guerau de Castelltort, quien a su vez legó un alodio a Santa Fe de Montfred. La iglesia de Santa Fe figura incluida, con el nombre de Bordil, topónimo que actualmente se corresponde con la cercana masía de Bordell, en una relación de la primera mitad del siglo xii de las parroquias que integraban el obispado de Vic. Aparece nuevamente documentada a mediados del siglo xiv entre el conjunto de iglesias levantadas en los decanatos de Vic y pertenecientes a las comarcas del Urgell y la Segarra. Hasta finales de dicha centuria, el término estuvo bajo el dominio de la señoría de Santa Coloma de Queralt, y a partir de ese momento pasó a depender del monasterio de Montserrat.
La iglesia de Santa Fe de Montfred es un templo sencillo y de pequeñas dimensiones, que consta de una sola nave rectangular y un ábside semicircular liso, en cuya parte central se abre una ventana con un arco de medio punto y doble derrame. En el muro sur se halla otra abertura similar a la del ábside, pero con su arco formado por una pieza monolítica. La discontinuidad que se aprecia en este paramento hace pensar que fue rehecho en un momento posterior a causa de un posible derrumbe. El acceso a la ermita se realiza desde el lado norte, algo infrecuente en las iglesias románicas, y que, en este caso, seguramente se deba a la reforma llevada a cabo en el lienzo meridional. La portada, carente de decoración, está constituida por un arco de medio punto formado por grandes dovelas de tamaño desigual, y por dos jambas realizadas con grandes sillares alargados. La fachada occidental alberga otra ventana, esta vez de forma rectangular, con derrame simple, encima de la cual se halla un campanario de espadaña de un solo vano. Llama la atención en este muro la existencia de dos grandes grietas verticales, las cuales son consecuencia del desplome de los muros, problema estructural del edificio que seguramente es provocado por el excesivo peso de la bóveda. En los paramentos de los muros laterales se observa una mayor irregularidad en la disposición del material y en el tamaño de mismo que en el ábside y el frontis occidental, en donde las hiladas de sillares y sus dimensiones son más homogéneas. Las fachadas se muestran desprovistas de decoración escultórica, lo que confiere al edificio un cierto aire de sobriedad, reforzado por la gran simplicidad de su estructura.
El interior está actualmente destinado a actividades agrícolas, por lo que presenta un lamentable estado de abandono. La nave, reconstruida posteriormente, está cubierta con una bóveda de cañón realizada con alargado sillarejo. El ábside está cubierto con una bóveda de cuarto de esfera y se encuentra precedido por un amplio presbiterio que facilita la transición entre la diferente anchura de la cabecera y de la nave. Cercana a la zona absidal, en la parte baja del lienzo sur, se halla una hornacina de forma rectangular trabajada de forma muy toba. Enfrente, en el muro opuesto, se abre otro orificio cuadrado de menores dimensiones que posiblemente se trate de una credencia. En la base del cascarón del ábside hay varios mechinales alineados.
La dedicación de la capilla a santa Fe puede ayudar a determinar, en cierta manera, la cronología del templo. Dado que el culto a esta santa francesa se difundió en Cataluña durante el siglo xii, hay algún historiador que defiende la teoría de que la construcción de las iglesias bajo esta advocación no puede ser anterior a dicho período. Las características formales y estructurales del edificio se adaptan bien a dicha cronología.
Texto y fotos: Helena Soler Castán