Dejamos Anguta y volvimos a la misma pista forestal que habíamos tomado para llegar hasta allí. En lugar de volver hacia Valgañón continuamos por ella. Se suponía que a 6,25 Km. veríamos Zabárrula, otra de las aldeas despobladas de La Rioja que pertenece al municipio de Ojacastro, concretamente a la cuadrilla de Arrupia.
El paisaje era precioso, de vez en cuando teníamos que parar, para cederles el paso a rebaños de ovejas que suelen pastar en libertad.
El monte San Lorenzo nos fue acompañando durante todo nuestro recorrido. Es un monte que se puede ver desde mucho puntos de La Rioja, pero para mi ese día fue la primera vez que lo tuve tan cerca y además casi a la misma altura.
Después de un rato pude entender el por qué habían puesto un letrero a su entrada en el que prohibían el paso en días de lluvia. Debido a las lluvias de días anteriores, se habían creado mucho barro en las zonas más hondas y era muy difícil circular. El coche se nos iba de un lado para otro, nos cruzamos con un grupo que iban en unos Quads y, se habían quedado completamente atascados en el barro y con dificultad para salir, estaban cubiertos de barro. Afortunadamente a pesar de que nuestro coche pasó con dificultad y de un lado para otro, no tuvimos ningún problema.
A la distancia que llevábamos marcada vimos esta casa, no sabíamos si se trataba de Zabárrula, ya qué no habían más viviendas. Pero su nombre grabado en esta piedra, nos aseguró que estábamos en lo que en su día fue Zabárrula.
La vivienda convertida en refugio abierto para senderistas y este abrevadero, son hoy en día las únicas cosas que quedan.
Los vecinos de Ojacastro, y supongo que también familiares de los antiguos pobladores de Zabárrula suelen acudir todos los años en romería el día de la Magdalena.
Camino tapizado por el musgo, que supuestamente nos llevarían a Ojacastro, pero qué afortunadamente mi marido debido a mi insistencia no se atrevió a tomar.
Volvimos a la misma pista forestal y, sin saber realmente dónde nos llevaría continuamos por ella. Poco a poco se fue convirtiendo en un camino estrecho, rodeado de árboles con mucha vegetación, y que iba descendiendo.
Lo malo de estos sitios, es que nunca ponen ninguna indicación y hay veces que vas tan tranquilo, y de repente ves delante de ti, que tu camino se convierte en dos y entonces te preguntas ¿Y ahora por dónde vamos? Más de una vez nos ha tocado regresar, ya qué casualmente el que hemos tomado no nos ha llevado a ningún lugar. Pero ese día tuvimos suerte, y nos llevó a Ojacastro y entonces, ya dimos por terminado nuestro recorrido por ese día.
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