Los pueblos de La Lora resisten a duras penas ante la total despoblación, pero al menos conservan un estado digno merced a la recuperación de la segunda residencia. Menos suerte tuvo Ceniceros, que cuando llegó esta fase llevaba varias décadas abandonado.
Ciertamente, desde una perspectiva turística la ubicación de Ceniceros resultaría interesante, pero lo cierto es que sus últimos pobladores nunca pudieron aprovecharse de esta industria, y de hecho tampoco de una carretera digna ni de luz eléctrica, ni siquiera de agua, que tenía que ser traída desde las profundidades de la garganta, 200 metros más abajo.
Al borde del río se situaba también un molino de curioso nombre, Rasgabragas, en donde además de moler la harina necesaria para la alimentación, en verano se podía disfrutar de agradables tardes, con sesiones de partidas de bolos incluidas.
La forma más cómoda de acceder a Ceniceros es desde San Andrés de Montearados (otro pueblo con apenas una familia) . Unos 100 metros antes de llegar al pueblo vemos un amplio y agradable camino que nace a la derecha (apto incluso para el coche) acompañado por un bosque de quejigos, que asciende a la loma suavemente, gira a la derecha y nos deja en poco más de un kilómetro en Ceniceros.
Lo cierto es que los restos del pueblo son cada vez menores y uno corre el riesgo de pasar de largo sin darse cuenta. Es curioso como la maleza parece cebarse con los pueblos abandonados, como si quisiera hacerlos desaparecer antes de que el hombre se replantee el recuperarlos.
El primer edificio es la iglesia, aunque algo apartado hacia la izquierda, atravesando un antiguo prado señalado por un cartel de restricción medioambiental para evitar molestias a las rapaces (no serán los vecinos de Ceniceros los que lo hagan). Ya hablamos de las espectaculares vistas desde el frontal de la iglesia. Por lo que hace referencia al edificio, se ha hundido su techo excepto el pequeño ábside cuadrado, que conserva los restos de lo que pudieron ser pinturas.
El resto del pueblo sólo vestigios de muros y muchas zarzas. Llaman la atención los árboles frutales, frondosos pero de los que ya nadie cuidará ni recogerá los frutos. Otro pueblo perdido.
En la página no oficial del Ayuntamiento de Sargentes de la Lora aparece reproducida una enternecedora carta enviada al Diario de Burgos en el año 1986. En la misma se recoge la historia del pueblo de Ceniceros narrada a modo de memorias de un anciano a punto de fallecer. Podéis leerla aquí.
Tierras de Burgos
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