Hoy os voy a hablar de otra nueva ruta, y debido a la experiencia del último día, en la que en el bar de Ventas Blancas no les quedaba pan para hacernos un bocadillo, y tuvimos que conformarnos con un café y un helado, ese día decidimos comenzar nuestro recorrido con el estómago lleno. Para ello, ya que Ribafrecha nos quedaba de paso, y sabíamos que allí hay bares en los que nos podrían hacer un buen bocadillo, decidimos para allí, para reponer fuerzas.
Alguno de vosotros igual se pregunta el porqué no me llevo los bocadillos hechos en casa. Pues tengo que decir, que a pesar de saber que posiblemente no encontremos ningún bar en el que nos preparen uno, siempre salimos sin nada, lo único que suelo llevar es una botella de agua.
Para nosotros, el hecho de parar en un bar, estar con los parroquianos y tomarnos un buen bocata, es parte fundamental de nuestro recorrido. Aunque por desgracia, en muchos de los pueblos riojanos nos ha sido muy difícil encontrar un bar en el que nos preparasen uno y, han sido muchas las veces que nos hemos pasado toda la mañana sin poder probar bocado.
Desde Ribafrecha por la LR- 250 nos dirigimos hacia LR-346 que nos llevó a Ventas Blancas, una vez allí nos dirigimos por la carretera LR-261 hacia Antoñanzas, otro de los despoblados de La Rioja.
Esta vez, a pesar de que muchos de los pueblos que teníamos previsto visitar ese día, eran en su mayoría despoblados, no llevábamos con nosotros ningún plano. Y eso era, porque no era la primera vez que por esa zona íbamos.
Dejamos a nuestra izquierda el pueblo y el castillo de Jubera. Circulamos por esta sinuosa carretera, que está rodeada de montes con grandes rocas, arbustos y matorral, hasta el pueblo de Robres del Castillo, que también dejamos atrás y continuamos por ella hasta que llegamos a un punto en el que ésta se divide en dos, y nos metimos por el camino de tierra que quedaba a nuestra izquierda.
Con el trasero de esta gran vaca nos topamos, y por mucho que hicimos para que se apartase, y nos dejase pasar, no hubo forma de que se hiciese a un lado. Afortunadamente vimos un coche de guardas forestales que venían hacia nosotros, y ellos consiguieron que la vaca abandonase el camino y lo dejase despejado.
Continuando por él hasta el final, y dejando una pequeña central eléctrica a nuestra izquierda nos topamos con otro camino, allí nos desviamos a nuestra derecha y después de una curva en forma de herradura vimos Añoranzas a lo lejos.
Ya que vimos que el camino no estaba en muy buenas condiciones, decidimos que era mejor dejar el coche aparcado en el camino, e ir hasta él caminando.
Después de caminar un buen trecho, teníamos a Antoñanzas a tiro de piedra
Antoñanzas pertenece al municipio de Munilla, pero es el municipio de Arnedillo el que rodea esta aldea del valle del río Cidacos y, también los aerogeneradores.
Sus casas y corrales, que se encontraban desperdigadas, sin formar calles, quedaron deshabitadas en el año 1970 del siglo pasado.
Esta vivienda me recordó a las construidas en el pueblo, también abandonado de La Ruedas de Enciso, posiblemente fueron construidas por los mismos albañiles.
Pertenece a la Comarca de Arnedo, está a 5 kilómetros de Munilla, y a 42,3 de Logroño.
He recibido un comentario de uno de los descendientes de Antoñanzas,, en él me comenta que la última familia que salió de Antoñanzas fue en el año 1970, Anastasio Pérez, y se fueron a vivir a Arnedillo. También me comenta que sus abuelos, e incluso su padre nacieron en Antoñanzas.
Puertas con vivencias
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