Peguera era un tranquilo pueblo de montaña la comarca barcelonesa del Berguedà a 1.630 metros de altitud, entre los Rasos de Peguera y la Serra d’Ensija y al pie del Roc de Peguera, una enorme roca de 70 metros de altura que resguardaba las casas de los vientos fríos del norte. Se dice que el nombre de Peguera viene de que en la antigüedad aquí había unos hornos donde se quemaba leña para obtener alquitrán y una especie de pegamento que se usaba para curar las heridas de los animales. En lo alto del Roc de Peguera se erigió el castillo de Peguera en el siglo XI, que fue centro de la Baronía de Peguera desde 1390 hasta bien entrado el siglo XVII. Las gentes de Peguera vivían de la ganadería y de la agricultura hasta que a finales del siglo XIX se descubrió que la zona era muy rica en carbón y se desarrolló un proyecto minero de primera magnitud.
Se abrieron tres minas para la extracción del carbón y se construyeron toda una serie de complejas infraestructuras para transportarlo a Cercs, 7 kilómetros abajo por el Valle de Peguera. Para vencer el desnivel de 1.000 metros y con un desnivel de 1.000 metros se crearon diez planos inclinados en el terreno para suavizar la pendiente, un sistema de subida y bajada de vagonetas por teleféricos y una compleja red de ferrocarril con túneles, estaciones intermedias, cargaderos y otras instalaciones.
Vino mucha gente de fuera a trabajar en las minas de Peguera, aunque no se instalaron en el pueblo sino en una colonia al lado del pueblo. De hecho los habitantes de Peguera siguieron dedicándose a lo suyo, las vacas y el cultivo de patatas, muy apreciadas en Berga, y sólo los jóvenes trabajaban un tiempo en las minas para librarse del servicio militar. Pero en los años 30 del siglo XX llegó la decadencia de las minas y muchos mineros se fueron marchando a otras explotaciones cercanas como las de Vallcebre, Fígols y Fumanya. El cierre de las minas y las difíciles comunicaciones con Peguera propiciaron también el abandono progresivo del pueblo, que cerró su última casa en 1968.
En Peguera también nació Ramon Vila Capdevila «Caracremada», el último maquis catalán. Su sobrenombre le viene de que a la edad de 12 años le cayó un rayo mientras cosechaba guisantes con su madre. El rayo mató a su madre y a él le produjo una visible quemadura en la cara. Militante anarquista en la CNT, luchó en la Guerra Civil en el bando republicano. Tras la guerra huyó a Francia, donde formó parte de la resistencia francesa contra los nazis. Finalizada la II Guerra Mundial el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor pero él la rechazó y volvió a España a unirse a los maquis. Fue abatido en 1963 en una emboscada de la Guardia Civil cerca del castillo de Balsareny.
Peguera lleva 50 años abandonado y poco queda ya de sus casas, pero el pueblo no ha muerto: los últimos habitantes y sus familias siguen celebrando allí sus fiestas patronales cada último domingo de julio. Y para mí es uno de los lugares más bonitos de Catalunya.
En el año 2003 un jeque árabe vinculado con la familia real de Dubai compró por 3,6 millones de euros todo el término de Peguera con la idea de convertirlo en un complejo hotelero de lujo con un hotel de 5 estrellas con spa, restaurante y centro de convenciones, 16 de las casas rehabilitadas como apartamentos, e instalaciones deportivas para practicar hípica, tiro con arco, tenis y escalada además de un helipuerto. Obviamente el proyecto ha encontrado un fuerte rechazo por parte de los vecinos de la zona, y las trabas administrativas derivadas de la oposición de las autoridades locales han obligado al jeque a poner Peguera en venta.
Fotohiking
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